imagen por Reuters/Neil Hall
Phelps empieza una nueva vida fuera del agua
Por Julian Linden
Reuters
LONDRES (Reuters) - Como un pez en el agua, Michael Phelps comenzó el primer día de su nueva vida sin la seguridad de hacia donde ir y preguntándose qué hará a continuación.
Por primera vez en dos décadas, el estadounidense no necesitó poner la alarma del reloj para levantarse antes del amanecer y preparar su traje de baño y antiparras para ir a la piscina.
Exhausto de la noche anterior, cuando puso fin a una increíble carrera como nadador tras haber ganado su medalla de oro olímpica número 18, Phelps había planeado quedarse durmiendo, pero su cuerpo y su mente no se lo permitían.
Se despertó a las 6 a.m., como siempre lo hace, pero con su cabeza todavía girando en torno a la magnitud de lo que ha logrado y sus emociones desbordadas al darse cuenta de que todo ha empezado a quedar atrás.
"No dormí más que hasta la hora normal en la que me despierto. Solo tuve tres o cuatro horas de sueño, luego me desperté y no pude volver a dormir", dijo Phelps el domingo en una entrevista con Reuters.
"Es raro, es muy extraño, el primer día de no tener que nadar y nunca volver a hacerlo", agregó.
Phelps sabía desde hace mucho tiempo que este día llegaría tras haber decidido en Pekín 2008 que en Londres participaría de su último Juego Olímpico.
El estadounidense sabía con anticipación cuál sería su última carrera y qué día se disputaría, por lo que empezó a prepararse para ello.
No entrenó tan duro como lo hizo antes de Pekín, donde ganó ocho medallas de oro, pero estuvo motivado y físicamente bien como para llevarse otros cuatro oros y dos platas, concluyendo su carrera con un impresionante récord de 22 preseas olímpicas.
Su última carrera, la posta por equipos estilo combinado el sábado, fue observada por millones de personas en todo el mundo y no pudo estar mejor programada.
El público del Centro Acuático de Londres protagonizó un ensordecedor griterío y se paró instintivamente para honrar al deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos.
Phelps recibió su medalla dorada y luego un premio a sus logros por parte de la entidad rectora de la natación, además de miles de apretones de mano y palmadas en la espalda. También hubo lágrimas: de su familia, su entrenador e incluso él mismo. Era de esperarse que le costara dormir.
"Ahora no estoy seguro de cómo me siento. Es realmente confuso", admitió. "Estoy disperso en este momento. Tengo emociones realmente mezcladas. Verdaderamente aún no sé cómo reaccionar", continuó.
Phelps planeaba pasar el día con su madre Debbie, pero antes tuvo que cumplir con compromisos: una ronda de entrevistas con la prensa a través de su patrocinador Visa.
Pasó 30 minutos en escena en un colmado auditorio, respondiendo preguntas de amplia variedad de temas -desde natación, la comida en Londres y un posible casamiento-, y luego habló en privado para un puñado de medios elegidos, entre ellos Reuters.
Con ojos rojos y sufriendo para mantenerse despierto, Phelps reflexionó sobre su éxito y habló sobre su futuro, diciendo que quería viajar más y mejorar su handicap en golf.
El estadounidense de 27 años dijo que quería mantenerse en forma tras haber subido unos kilos cuando se tomó un receso después de Pekín, aunque aclaró que no volvería a acercarse a una piscina, excepto para ver los campeonatos mundiales y los Juegos Olímpicos.
"La parte competitiva de mi carrera está concluida, pero no significa que mi vinculación con la natación lo esté", aclaró. "Voy a seguir involucrado, pero mirando desde afuera", señaló.
(Editado en español por Damián Pérez)
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